La consulta desde el nacimiento y durante la primera infancia, permite diagnósticos tempranos, a modo de encontrar el tratamiento adecuado de ciertos factores que entorpecen el normal crecimiento de tu bebé.
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La mayoría de las veces en los problemas
de desarrollo de los niños no se puede establecer una sola causa, existiendo
una asociación de diversas causas posiblemente asociadas con el problema.
Siendo el desarrollo del niño el resultado
de una interacción entre las características biológicas y las experiencias
ofrecidas por el medio ambiente, factores adversos en estas dos áreas pueden alterarlo
y producir un daño. A la probabilidad de que esto ocurra se la denomina “riesgo
para el desarrollo”.
Por ejemplo, la primera condición para que
un niño se desarrolle bien es el afecto de su madre o de la persona encargada
de su cuidado. La falta de afecto y de amor en los primeros años de vida dejará
marcas definitivas, constituyendo uno de los riesgos más importantes para un
buen desarrollo.
La mayoría de los estudios clasifica los
riesgos de ocurrencia de problemas en el desarrollo del niño como riesgos
biológicos y riesgos ambientales. Los riesgos biológicos son eventos pre, peri
y postnatales, que resultan en la probabilidad de daño en el desarrollo. Los
riesgos biológicos pueden separarse de aquellos ya establecidos, refiriéndose a
problemas médicos definidos, especialmente los de origen genético. Como ejemplo
de riesgos establecidos estarían los errores innatos del metabolismo, las
malformaciones congénitas, el síndrome de Down y otros síndromes genéticos.
Entre los riesgos biológicos estarían la
prematurez, la hipoxia cerebral grave, el kernícterus, la meningitis, la encefalitis,
etc.
Las experiencias adversas de la vida
ligadas a la familia, al medio ambiente y a la sociedad, son consideradas como
riesgos ambientales. Como ejemplos de estos estarían las malas condiciones de
salud, la falta de recursos sociales y educacionales, la desintegración
familiar y las prácticas inadecuadas de cuidado, entre otros.
El tratamiento de los niños con retraso en
el desarrollo dependerá de la causa. Si el niño presenta un retraso debido a
problemas ambientales, por falta de estímulo de quien lo cuida, el tratamiento
consistirá en orientaciones a los padres sobre la manera como se relacionan e
interactúan con el niño. Muchas veces por ejemplo, es necesario tratar a una
madre depresiva, que no consigue interactuar con su hijo.
Si hay una patología provocando el
retraso, como la toxoplasmosis y el hipotiroidismo congénito, es necesario un
tratamiento con medicamentos lo más precozmente posible, además del tratamiento
funcional con el equipo multidisciplinario (pediatra, neurólogo, psicólogo,
fisioterapeuta, terapeuta ocupacional, fonoaudiólogo, etc.), por lo que la
referencia debe ser lo antes posible.
Si el retraso es una secuela de algo que
ya ocurrió, como una asfixia al nacimiento, un kernícterus, o una infección del
sistema nervioso central, el tratamiento consistirá en tratar las alteraciones
presentes. Nunca se debe esperar a aclarar la causa de un retraso en el
desarrollo para iniciar un tratamiento funcional pues la mayoría de veces,
dependiendo de los recursos disponibles, se invierte mucho tiempo y no se
consigue determinar la causa.
Son numerosas las experiencias que
demuestran que la estimulación durante los tres primeros años de vida mejora el
desempeño, por lo que se debe incentivar su inicio lo antes posible.