El día que ingresé al hospital no sabía si iba a salir de allí, tenía miedo"

“Sepan que sí se van a enfermar y pueden transmitir esta enfermedad a sus padres y, puede que ellos no vivan para contarlo”, expresa compatriota que fue diagnosticado con COVID-19 en la Argentina. 
Describe todo el calvario que le tocó vivir a causa de la enfermedad y lo agradecido que está por la asistencia recibida durante la cuarentena obligatoria realizada en un albergue militar, tras retornar al Paraguay.  



Julio César Báez (35) es uno de los tantos compatriotas que emigró al extranjero en busca de nuevas oportunidades laborales. A raíz de la pandemia, como muchos otros, tuvo que regresar a su tierra natal, por lo que emprendió el viaje de vuelta al país desde la capital bonaerense, donde se encontraba residiendo.
Estando en Argentina, comentó que había sido diagnosticado con COVID-19. Recuerda que un día, al regresar a la casa donde vivía con sus padres, en el vecino país, comenzó a sentirse enfermo, adolorido, con todos los síntomas característicos del COVID-19 que fueron manifestándose progresivamente: dolores musculares, fiebre y dolor de cabeza intenso. “El cuerpo y la cabeza me dolían tanto que parecía como si me hubiesen garroteado”, confesó, por lo que decidió aislarse de sus padres para no contagiarlos.
“Me di cuenta de que los síntomas que estaba teniendo eran distintos a cuando se tiene una gripe y fue cuando caí en la cuenta que era COVID-19”, refirió Julio.
El aislamiento lo realizó en principio en su domicilio, en Buenos Aires. Entre el segundo y tercer día de evolución de síntomas había perdido el olfato y el gusto. Luego del quinto día, recordó presentar problemas para respirar: falta de aire, agitación, “sentía que algo iba a salir de mi cuerpo mientras tosía”.
Estando en cuarentena, recibía atención médica virtual desde su casa. Cuando su cuadro clínico se agravó tuvo que ser hospitalizado. En una ocasión, durante el chequeo médico virtual, la doctora que le estaba asistiendo notó que su respiración no se oía bien, por lo que decidió ingresarlo al servicio de salud.
Recordó su estancia en el hospital: “Los primeros tres días tenía fiebre y progresivamente iba disminuyendo la temperatura. Esta situación te llega, no solo por padecer la enfermedad, sino porque ves a tu alrededor a otros pacientes que se encuentran en tu misma situación, que van y vienen, se los traslada y no sabes si los vas a volver a ver”, expresó.
Luego de su recuperación, finalmente emprendió su viaje al Paraguay, con destino a la localidad de Gral. Artigas, departamento de Itapúa, para concretar el ansiado encuentro con su familia. Al arribar al país, fue trasladado directamente al albergue del Comando de Artillería del Ejército, donde completó su cuarentena obligatoria, de acuerdo con el protocolo sanitario. Destacó la atención que recibió en el lugar, donde le brindaron techo y alimentos diariamente. Mencionó que, si bien había una rigurosa disciplina que cumplir en el albergue, declaró estar muy conforme con la asistencia que recibió, al tiempo de resaltar la buena predisposición del personal sanitario y militar para con el bienestar de los albergados.
Su mayor deseo luego de culminar la cuarentena obligatoria era reencontrarse con su familia. Julio, finalmente, recibió el alta de aislamiento hace apenas una semana. Ahora se encuentra de vuelta en su ciudad natal al lado de sus seres queridos.
“Todavía me cuesta asumir que tuve esta enfermedad”, dijo, y desde su experiencia, insta a las personas a cuidarse. "No pido que tengan miedo del virus, sino un respeto, que además de cuidarse, también cuiden a su prójimo, sobre todo a los más vulnerables". Señaló que la familia, sobre todo, los adultos mayores son los que más sufren con esta enfermedad.
Exhorta a la ciudadanía, principalmente a los jóvenes, a tomar conciencia y redoblar los cuidados: “Los jóvenes piensan que esto (el COVID-19) no les va a hacer nada, sepan que sí se van a enfermar y pueden transmitir esta enfermedad a sus padres y, puede que ellos no vivan para contarlo”, aseveró.