La práctica regular de actividad física trae numerosos beneficios para la salud y mejora la calidad de vida. Además, disminuye el riesgo de padecer enfermedades crónicas no transmisibles.
La situación epidemiológica del COVID-19 que afecta a todos a nivel nacional y mundial no debe ser impedimento para moverse, sino que se debe crear las instancias pertinentes y ajustarse a los espacios disponibles (casa, patio, veredas, plazas, lugar de trabajo, otros espacios familiares y públicos) y a las normas a seguir, según protocolo sanitario vigente del Ministerio de Salud Pública. Las Guías de actividad física de la OMS recomiendan realizar actividad física variada y adaptada a la capacidad física individual, sumando un total semanal entre 150 a 300 minutos, fraccionados en numerosas sesiones de tiempo y complejidad de ejercicios. El tipo de ejercicio físico puede ser en mayor proporción aeróbico (3 o 4 veces a la semana), con intensidad de 50 a 75% de la frecuencia cardiaca y adicionando dos sesiones semanales de ejercicios de fuerza muscular, flexibilidad y equilibrio. Ejercitarse disminuye el riesgo de padecer enfermedades crónicas no transmisibles, proporciona un importante mejoramiento del nivel de glucemia en las personas diabéticas, logra una disminución de la presión arterial y el riesgo de infarto cardíaco. También los pacientes que cursan con un tipo específico de Cáncer pueden realizar actividad física, la sesión de movimiento se hará en función a la certificación del médico tratante, bajo supervisión estricta de un profesional especializado en el tema. La actividad física siempre debe ir acompañada de los otros componentes que hacen al estilo de vida saludable: mantener una alimentación saludable en la que se incluya el consumo diario de frutas y verduras, una buena hidratación con la ingesta de al menos 2,5 litros de agua al día, conservar un peso saludable, evitar el tabaco y reducir la ingesta nociva de alcohol.