Además de fomentar la conexión y comunicación entre el adulto y el niño, se logra reducir el estrés y llevar una vida más activa y saludable.
""
Afirmativamente, los adultos, sean padres, profesores, hermanos mayores y otros familiares que juegan con los niños, se benefician del juego porque recuperan la alegría de los juegos de infancia (momentos felices y únicos), ya que jugando y leyendo los cuentos de los niños, los adultos aprendemos a ver el mundo desde sus ojos y a comunicarnos mejor con ellos. De esta manera se puede ayudar a reducir el estrés de los propios padres al facilitar y mejorar la relación con sus hijos.
La época actual, la tendencia a centrarse sólo en actividades extraescolares orientadas al rendimiento, es un riesgo; con más deberes, preocupación por los exámenes y la competencia por las notas más altas que actúan como generadores de mayor estrés y a su vez, conducen a incrementar la predisposición a la ansiedad, depresión y falta de creatividad.
El exceso de horas de uso de pantallas tampoco es positivo, porque fomenta el sedentarismo, apatía y consumo de creatividad de los demás, en vez de potenciar un aprendizaje activo.
Recuerde que todo juego y mejor aún si es activo, realizado por los niños y acompañado de sus padres y otros adultos que lo cuidan, suman minutos para más salud y fortalecimiento de la calidad de vida de toda la familia, con mejores funciones vitales físicas y mentales que protegen de numerosas enfermedades muy prevalentes hoy día.
"Jugar más, para fortalecer nuestro cuerpo, emociones y aprendizaje", recomienda la profesional de Promoción de la Actividad Física.