Para crecer sanos, los niños necesitan jugar y ejercitarse

Motivarlos a estar menos tiempo sentados frente a las pantallas y a mantenerse activos, es imprescindible para el desarrollo físico y mental.

Cada vez que un niño se mueve, activa una gran cantidad de moléculas que determinan una serie de eventos interconectados, entre ellos, las emociones positivas que le permiten redescubrir su mundo más y menos próximo de una manera creativa y dinámica.

De esta manera, se multiplican y extienden sus conocimientos y sensaciones con el mundo exterior, y si los estímulos son adecuados y oportunos para su edad cronológica y funcional, el aprendizaje se potencia y las relaciones interpersonales con sus pares y los adultos se tornan más favorables.

La Dra. Mirta Ortiz, encargada de Promoción de la Actividad Física de la Dirección de Vigilancia de Enfermedades No Transmisibles, explicó que, en el orden físico, el moverse a través de estrategias lúdicas variadas y continuas posibilitan un crecimiento corporal con incrementos de peso dentro de los canales esperados de salud física, previniendo excesos como, el sobrepeso, la obesidad y la desnutrición.

La profesional señala que, haciendo ejercicios físicos, se estimula el desarrollo que se traduce en mejora de sus habilidades neuromusculares, así como las funciones orgánicas, entre ellas, la capacidad cardiocirculatoria, respiratoria, tener huesos más calcificados y más resistentes a las fracturas, mayor masa muscular y más centímetros de altura, mediada por el movimiento que incrementa la producción de la hormona de crecimiento.

Otro de los beneficios que aporta la actividad física a la salud es el bienestar, contribuye a estar más alegres y con entusiasmo de vivir, alejando la ansiedad, los estados de ánimos negativos y pensamientos destructivos, adquiriendo así herramientas positivas para fortalecer la resiliencia, tan imprescindibles en esta etapa, y prevenir los traumas de diversa índole.

Un famoso psiquiatra, Dr. John Ratey ha publicado un libro en el 2019, que evidencia la conexión mente- cuerpo. Señala que el ejercicio físico es un magnífico alimento para el cerebro y para mejorar las defensas contra diversas afecciones, desde la depresión, los trastornos de déficit de atención e hiperactividad, las adicciones y el Alzheimer.

Por otro lado, un hecho señalado por muchos investigadores es que el sedentarismo del adulto se inicia generalmente en la infancia, por lo que hay impulsar muchos momentos de actividad física desde pequeños. Para dar más fuerza a esta frase, nos basamos en las Directrices de actividad física y comportamiento sedentario de la OMS 2020, que expresa estos consejos:

NIÑOS DE 1 AÑO:  deben estar mayor tiempo activos y jugar en el piso. Los que aún no tienen movilidad, deben mantenerse 30 minutos en posición boca abajo, bajo la responsable atención de sus padres o cuidadores. 0 hora de pantalla.

NIÑOS DE 2 A 3 AÑOS: 180 minutos de movimiento, de variadas intensidades. Solo a los 2 años, hasta una hora de pantalla por día.

NIÑOS DE 3 A 4 AÑOS: 180 minutos de actividades físicas de diversas intensidades, siendo 60 minutos de mayor intensidad. En cuanto a uso de pantallas, no pasar una hora.

NIÑOS DE 5 A 9 AÑOS: moverse como mínimo 60 minutos por día, con intensidades diversas, incluyendo ejercicios de fuerza, equilibrio y flexibilidad, adecuados a sus capacidades. No usar más de dos (2) horas de pantalla por día.

La doctora Ortiz declara que ser activo desde la infancia es el mejor antídoto contra el sedentarismo en la adultez, causal de más de 35 afecciones sufridas y costosas. “Ser un niño activo, es uno de los mejores legados de padres afectivos y responsables de una crianza positiva para sus amados hijos”, destaca la profesional.