La falta de sueño puede afectar el metabolismo y conducir a un mayor riesgo de padecer obesidad, epidemia preocupante para toda la población, especialmente en la infancia, así como el desarrollo de otras enfermedades como la diabetes y las enfermedades mentales.
En la vida de los bebés y niños pequeños el papel del sueño es fundamental. Si no se cuida el horario, la duración y la calidad del sueño, pueden aparecer desórdenes del sueño que llevan a trastornos del desarrollo cognitivo con más irritabilidad, menor atención y, por lo tanto, un aprendizaje y rendimiento escolar bajo, y en el ámbito emocional genera dificultades para relacionarse con los demás. Un ejemplo muy puntual es el trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), en el que numerosos estudios indican que va ascendiendo el porcentaje de los niños afectados, llegando a cifras alarmantes, de 5 % a 11 % actualmente. Lo más preocupante es que se estima que el 80 % de los niños con este trastorno continuarán presentando problemas en la adolescencia y, entre el 30 % y 65 %, en la edad adulta. El abuso de horas de exposición a pantallas con toda la diversa y amplia gama de aplicaciones de videojuegos y materiales visuales que sobrepasan las horas recomendadas por los expertos del área de Salud Pública de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y sociedades científicas, también sustrae horas en cantidad y calidad del sueño en todas las edades, generando inclusive dependencia a los equipos electrónicos, con resultados negativos para la salud en todas sus dimensiones, el trabajo y las finanzas. ¿Cuánto deben dormir los niños? Según las directrices sobre actividad física, comportamiento sedentario y el sueño (OMS 2019), la Sociedad Americana de Pediatría establece la cantidad de sueño recomendable según edad: - 0 a 3 meses: 14 a 17 horas. - 4 a 11 meses: 12 a 16 horas. - 1 a 2 años: 11 a 14 horas. - 3 a 4 años: 10 a 13 horas. - 5 a 12 años: 09 a 12 horas. - 13 a 18 años: 08 a 10 horas. Cómo fomentar buenos hábitos de sueño A fin de evitar los déficits citados, es fundamental seguir una higiene del sueño mediante la educación de buenos hábitos que se enumeran a continuación: - Acostarse y levantarse a la misma hora. - Apagar computadoras y pantallas como mínimo media hora antes de ir a dormir y no tenerlas en los dormitorios, sustituyéndolos por libros de cuentos o canciones que faciliten una interacción más cercana y afectiva entre padres e hijos. - Al utilizar luz natural, en lo posible, apagar las luces innecesarias y evitar focos de luz en los ojos, de esta manera se favorece la secreción de melatonina, hormona que induce al sueño.