Vivir con una enfermedad reumática en la niñez y en la adolescencia

Lidiar con dolores, medicamentos, ejercicios y alimentación acorde a los síntomas, más los controles rutinarios, son situaciones que deben asimilar tanto los pacientes como su entorno. 
Un equipo de profesionales de la salud del Hospital General Pediátrico "Niños de Acosta Ñu" ofrece atención, contención y seguimiento a estas enfermedades crónicas.


No es frecuente escuchar que aquellos dolores de articulaciones, músculos, huesos, ligamentos y tendones propios de las enfermedades reumáticas que afectan mayoritariamente a adultos puedan presentarse en niños pequeños y en jóvenes. Sin embargo, son varios los pacientes que acuden al Hospital Día de Reumatología del "Acosta Ñu" para seguir un tratamiento integral que les permita mejorar sus estilos de vida.

En la edad pediátrica, los síntomas y signos como los dolores e inflamación en una o varias articulaciones, la pérdida de la fuerza muscular, el cansancio y decaimiento, la pérdida de peso, la fiebre recurrente o por tiempo prolongado, los ganglios en cuellos y axilas, la anemia y manchas en el rostro y en la piel, las lesiones en boca (aftas) o aquellas asociadas a la exposición solar pueden estar relacionados a varias patologías, entre ellas las reumatológicas. Por esa razón, debe ser tomada en cuenta como un diagnóstico diferencial, menciona la Dra. Cynthia Vega, reumatóloga pediatra.

La profesional resalta que con la detección y tratamiento a tiempo se pueden evitar complicaciones. Por ello considera importante y fundamental el acompañamiento del pediatra durante el proceso de crecimiento.

En el Acosta Ñu, desde hace varios años, implementaron un sistema de atención integral, en un área denominada Hospital Día de Reumatología. Lo integran especialistas en reumatología, pediatría, kinesiología, nutrición, psicología y enfermería.

El diseño del tratamiento consiste en ofrecer fármacos, terapias biológicas, la reeducación en la alimentación y la enseñanza de ejercicios físicos. Siempre bajo las indicaciones del conjunto de profesionales.

La alimentación puede ayudar a disminuir la inflamación

No se trata de una medida curativa; sin embargo, saber qué alimentos consumir podría influir en la disminución de la inflamación que es causante de dolores en las articulaciones.

La licenciada en nutrición, Diana Cabo Dvila, sugiere -a quienes estén en tratamiento- llevar un cuaderno donde realizar las anotaciones de los alimentos que consumen a diario y los horarios. Eso les permite medir los resultados y hacer los ajustes necesarios.

Los consejos de la ingesta de frutas, verduras de hojas verdes, legumbres y omega 3 son solo algunos de los alimentos con propiedades antiinflamatorias que contribuyen en la disminución de los dolores.

Sugiere, además, evitar alimentos que contengan harinas refinadas, frituras, alimentos ultra procesados, sal en exceso, así como también bebidas azucaradas, ya que todo esto podría causar inflamación.

Una dieta balanceada debe estar acompañada siempre de una buena hidratación exclusivamente con agua para activar mejor los órganos.

Fortalecer los músculos, proteger las articulaciones y evitar, en lo posible, la rigidez

El acompañamiento kinesiológico es fundamental para lograr maximizar la movilidad articular, fortalecer músculos y motivar al niño a realizar actividades físicas, menciona la Dra. Vega.

La Lic. Noelia Vázquez es la kinesióloga encargada de los pacientes del Hospital Día. La profesional comenta que, dependiendo de las edades y de la afectación motora de cada paciente, establecen metas diarias a cumplir.

Enseña a los más pequeños a realizar ejercicios jugando; mientras que, con los más grandes, realiza los ejercicios de elongación y de fortalecimiento. Estas tareas deben convertirse en una rutina aún fuera del consultorio.

Cuando la enfermedad genera daños severos, se evalúa qué actividad motora aún el niño puede realizar y se enfocan en trabajar con ayuda de la familia en no perder esa/s movilidad/es.

Poder extender los dedos de las manos sin sentir dolor o caminar sin que genere incomodidad son pequeños logros causados por una rutina de cuidados que requiere la voluntad de cada paciente y el apoyo de todo su entorno.

Afrontar el día a día con una enfermedad crónica puede generar un impacto emocional que requiera del acompañamiento de un profesional de la salud mental. Parte del equipo incluye una psicóloga que ayuda a comprender el valor de cada acción que realizan, a afrontar situaciones complicadas o a aquellas que no puedan lograr comprender.